Llega el verano y con él entramos en temporada de espigas, una planta que constituye una amenaza para los perros.
La inocente plantita utiliza un eficaz medio de trasporte para sus semillas que consiste en enredarse en el pelo de cualquier animal que se aproxime lo suficiente.
Esta particularidad tan buena para la planta y tan divertida para los niños puede convertirse en un problema de salud para nuestros perros. (Que levante la mano el que no haya jugado a lanzar estas espigas contra los jerséis de los amigos)
Las variedad que habitualmente encontramos por campos y cunetas es la Hordeum murinum L o cola de ratón.(https://es.wikipedia.org/wiki/Hordeum_murinum)
Es habitual que se enganchen en el pelo de las patas, lomo, cola, lo que en general no genera mayor problema si se retiran a tiempo con la mano o con un simple cepillo.
El problema se complica cuando estas espigas o sus pequeños fragmentos se clavan o desplazan hacia otras zonas como puede ser oídos, fosa nasal u otros orificios, ojos, zonas de pliegues como axilas, ingles, orejas, almohadillas, uñas… de difícil detección, y donde la espiga continuará avanzando y abriéndose paso lentamente, llegando a perforar la piel y provocando infecciones, perforar el tímpano o llegar hasta un pulmón.
Realizar una revisión siempre que se haya estado en ambiente campestre.
Cepillar, y revisar almohadillas, oídos, axilas y zonas de pliegues.
En los casos en que identifiquemos la espiga pero no tengamos garantía de poder extraer la espiga al completo se recomienda acudir al veterinario.